Uno de los principales hallazgos con los que arranca el presente año es el índice inflacionario hacia el alza en muchas economías del mundo.
Ello, producto entre otras cosas, de los procesos de generación de deuda y emisión de moneda a nivel estatal (en muchas economías globales), orientando dichas políticas a mitigar el impase económico y la desaceleración de la economía en las grandes naciones. Así mismo, produciendo como consecuencia, un efecto de contagio en las economías más chicas de otros países.
En el caso de Los estados Unidos de América, se hablaba el año pasado de un índice inflacionario que oscilaba alrededor del 6.84% anual, para el cierre del año 2021. Al respecto, analizando a diferentes grupos industriales de dicho país, en su proceso de compra de insumos y materias primas, éstas últimas subieron por encima del 30% del costo pre pandemia (año 2019), sumado a ello, el costo de la logística y fletes para importar dichos insumos, ha registrado un incremento por encima del 300% sobre el valor previo de los mismos servicios (pre pandemia, año 2019). La suma de ambos en promedio, parece arrojar un índice inflacionario que supera los dos dígitos en aquel país y dependiendo de la industria, este número puede incrementar considerablemente.
Guatemala perfila con un índice inflacionario menor (4.76% anual), no obstante, importante, fruto de la emisión de deuda que en el año 2020 autorizó el gobierno central para que entre otros, supliese el impase económico generado en dicho año por la cuasi paralización de actividades en nuestro país. Me permito decir cuasi paralización, ya que el sector industrial y comercial de Guatemala en ningún momento dejo de trabajar y producir riqueza, salvo en aquellos segmentos de la económica como el sector hotelero, restaurantes, etc., que por las disposiciones de seguridad de COVID, se vieron obligados a disminuir casi al 100% de sus actividades, sufriendo muchísimo las consecuencias de dicho paro.
Me permito hacer la consideración anterior para reflexionar sobre dos hipótesis importantes:
1. La primera, el crecimiento económico de Guatemala en el año 2021 registró un índice récord en los últimos diez años, con una cifra del 7.5% anual. Ello gracias a que las disposiciones gubernativas sobre el manejo de la COVID, permitieron a los sectores generadores de riqueza trabajar y producir, ante un entorno en otros países, con niveles mayores de parálisis operativo y comercial, por las disposiciones que en cada uno de ellos optaron las autoridades para mitigar la pandemia. Esta iniciativa económica en Guatemala, coadyuvo a que nuestro índice inflacionario no creciera en porcentajes alarmantes como en otras economías.
2. La segunda, se fundamenta en las exportaciones que realizo el país durante el año 2021 y que perfilan la misma o mejor suerte para el año 2022; éstas últimas producto de la desaceleración económica de otras naciones en su actividad exportadora y sumado a esta circunstancia, el momento que, durante el año pasado y el presente año, experimentaron y experimentan algunos commodities que Guatemala exporta hacia el resto del mundo. Tal es el caso de los precios de la palma africana, azúcar, café, entre otros, pilares de la actividad agrícola de nuestro país.
Una posible conclusión lógica a este comportamiento económico en Guatemala pudiere ser que el eje central de las acciones tomadas por todos los guatemaltecos durante el año 2020 y 2021, descansé sobre una simple premisa: “NUNCA DEJAMOS DE TRABAJAR”. Este gran esfuerzo de tantas personas comprometidas con el país, mitigó los graves efectos que hoy encaran otras economías, fortaleció a nuestra industria y ha servido como trampolín para que se multiplique nuestra actividad económica.
¡Demos gracias a Dios que tenemos trabajo, es lo que nuestro país necesita para salir adelante!