La industria textil y de confección es uno de los principales motores de la economía guatemalteca, representa aproximadamente el 8% del PIB del país y genera más de 300,000 empleos directos e indirectos. Gran parte de esta industria realiza todos sus esfuerzos de manufactura para exportar bienes hacia Estados Unidos, quien es nuestro principal socio comercial.
En 2024, las exportaciones textiles guatemaltecas superaron los 2.0 mil millones de dólares. Estas cifras reflejan no solo la importancia de este sector para la economía nacional, sino también su alta dependencia en relación con nuestro principal socio comercial.
El segundo período del presidente Trump, ha sido marcado por una política extremadamente proteccionista, sentando una cadena de aranceles e impuestos a las importaciones de la mayoría de países que exporta a ese mercado. La intención detrás de ello, generar industrias locales en ese país que puedan producir o replicar una economía circular (ello se traduce a la actividad en la que los bienes y servicios producidos en un país, se consumen en ese mismo mercado, propiciando ciclos económicos que benefician a las empresas y personas que generan la riqueza en ese territorio).
Estas políticas han generado una alteración sistemática del orden mundial, ya que países como China, Alemania, España, Francia y otros gigantes asiáticos, se han visto profundamente afectados por las nuevas barreras arancelarias. Más aun, por la forma intempestiva en que estas fueron decretadas.
Aunque Guatemala no fue una de las principales víctimas de este ataque global arancelario, países como China y otras economías asiáticas se han visto profundamente perjudicadas.
Desafortunadamente para Guatemala, esta cadena de efectos produce en la industria un incremento en los insumos textiles importados desde Asia para todas las fábricas. Ello como consecuencia reduce la competitividad nacional, elevando
los precios de los bienes producidos en nuestro país. Más preocupante todavía, queda sobre la mesa un hermetismo total pues en cualquier momento el Presidente norteamericano, en un arrebato, proceda de nuevo a cambiar las reglas del juego comercial para el mundo entero.
Para Guatemala, nos resta a mediano plazo fortalecer al sector textil, enfrentando entre otros el reto de diversificar mercados y tecnificar su capacidad productiva. Todo ello con el objeto de reducir su dependencia ante los vaivenes políticos de Estados Unidos. Es importante hoy enfocar nuestros esfuerzos en la innovación, la tecnología y todas aquellas otras ventajas que tiene nuestra hermosa Guatemala, para competir y ganar nuevos mercados.
Nota
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Berger Pemueller y Asociados. S.C